El aprendizaje en la vida real
Este verano estuve con la familia una mañana conociendo cómo vivían las personas del Paleolítico, cómo no, en la zona de Atapuerca (Burgos). Y lo hicimos de una forma muy original. Hicimos un safari 4×4 pero 10.000 años después.
Fuimos en un jeep, vimos especies de la época que habían recreado de forma natural (uros, bisontes, caballos Przewalski), pintamos en las piedras, intentamos hacer fuego, probamos el arte de tirar lanzas, … Nos lo pasamos todos genial y encima aprendimos cosas. Por curiosidad quien quiera saber más solo tienes que visitar Paleolitico Vivo.
¿Te imaginas la misma visita explicado de una forma teórica? No es lo mismo. Ya estamos buscando que nos sorprendan, poder vivir experiencias en primera persona. Por eso, es tan complicado reservar visitas teatralizadas, yincanas o actividades innovadoras. Como hay muy pocas, se llenan muy rápido.
Además, nuestros hijos en los colegios están empezando a aprender (no estudiar) de forma distinta. Se potencia mucho más las exposiciones y los trabajos en equipo.
Formación vs aprendizaje en la empresa
Sin embargo, cuando llegamos a la empresa seguimos utilizando la misma metodología con la que nos enseñaron en el cole:
- Clases magistrales: el profesor habla y los alumnos escuchan
- Si no te enteras, búscate la vida: si alguien lo ha entendido, tú también podrías haberlo hecho. Podías haber estado más atento.
- Cae para examen: lo importante es pasar el examen o aprobar que no siempre coincide con aprender. Y además, sino apruebas, estás marcado.
Seguimos hablando de planes de formación y no de planes de transformación de los que ya hablamos en otro artículo. La formación no tiene que verse como una obligación que tiene que realizar la empresa, sino como una oportunidad de mejorar el día a día de las personas y de la empresa.
Si cuando termina la formación, la vida sigue igual, podemos afirmar de forma rotunda que hemos tirado nuestro dinero y nuestro tiempo a la basura. Ya lo comenté en otro artículo que se titula «No quiero que trabajes bien«. No se trata de hacer porque nos lo mandan, sino de darle a todo lo que hacemos un porqué y no conformarnos con pasar, sino con hacerlo de una forma excelente.
Igual que en el colegio no se busca pasar los exámenes, sino que se puede aplicar lo aprendido, en la empresa debemos intentar pasar de la formación al aprendizaje. Fíjate qué real suena cuando se dice que en el cole te enseñan a leer, a restar y a multiplicar. Luego lo utilizas de verdad en la vida. Hagámonos también la pregunta, ¿qué queremos que aprendan nuestros equipos?
Pasos para asegurar el aprendizaje
1. Definir el objetivo de forma muy concreta.
Muchas veces el problema del aprendizaje nace de la propia empresa. Quiere dar formación porque ha detectado carencias, pero no sabe cómo bajarla a tierra. La pregunta tiene que ser:
¿Qué quiero conseguir con esta formación?
No valen respuestas genéricas sino hechos concretos. No vale con decir quiero que aprendan excel o power point. Es mucho mejor y más útil proponer que después del aprendizaje todos los informes vayan en excel con tablas dinámicas, power points bien diseñados o cualquier otra situación de forma concreta.
Si se trata de fomentar el orgullo de pertenencia y crear equipo en torno a los objetivos, la formación debe servir para que en todas las reuniones se incluya el objetivo de la empresa y se sepa si lo que se está haciendo nos acerca o nos aleja. O saber cuántas propuestas nuevas hay de mejora que nos acerquen a ese objetivo.
Si se trata de ventas, que es mi fuerte, no me gusta que la empresa me diga que quiere subir las ventas. No es suficiente. Necesito saber si se quiere hacer con lanzamiento de nuevos productos, con ventas en la primera visita, subiendo ventas cruzadas, haciendo seguimiento de prespuestos, captando nuevos clientes o de la forma que defina la empresa.
2. Experimentar
Cuando aprendemos a andar, nuestros padres, aunque no lo supiésemos hacer, siempre nos animaban. Nos decían lo bueno. Has llegado un poco más lejos, has dado más pasos, casi lo consigues, la siguiente vez mejor. Imagínate lo que nos costaría aprender a andar si nuestros padres nos llamasen «torpes» cada vez que lo intentamos. O si cuando nos caíamos nos hubiesen mirado mal.
Lo mismo pasa en las empresas. Sobre todo porque nos cuesta cambiar y salir de la rutina. Hacer todo como siempre se ha hecho, nos da seguridad. ¿Es lo mejor? Yo pienso que siempre se puede mejorar y que hay que estar abierto al cambio. Claro, hay que ser consciente que todo cambio lleva sus ajustes y sus errores. Si tenemos claro el objetivo, el para qué que vimos en el punto anterior, es mucho más fácil perseverar.
¿Cómo saber qué cosas nuevas se pueden incorporar al día a día? Hay un dicho español que dice: «Más sabe el tonto en su casa que el listo en la ajena». Y es verdad. No va a venir uno de fuera a decirte lo que tienes que hacer. Por ejemplo, cómo puedo enseñar yo a una persona a vender gafas, audífonos, formación, calefacción o cualquier otro tipo de cosa. Seguro que los que están en su puesto de trabajo saben más que yo.
Mi misión es detectar antes de las formaciones qué temas son los más problemáticos y hablando con algunas personas de los equipos conocer de primera mano cómo se superan esas objeciones. Pueden ser a través de clientes misteriosos o de entrevistas con personas de la empresa. Es una labor más de facilitador que de formador.
Una vez que se tiene identificado el objetivo y anticipado los problemas llega la parte de experimentar. Sacar a las personas de sus rutinas, de su papel pasivo y realizar dinámicas que les ayuden a expresar de forma muy natural todo lo que llevan dentro. Para iniciar un debate, para sacar a la luz las mejores prácticas y para que las pesonas puedan elegir entre todas las alternativas existentes, la que mejor se adapta a su día a día.
Por mi parte tengo dinámicas dibujando barcos, caras de clientes y haciendo bolsas con dibujos. Pueden ser estas u otras dinámicas. Y las dinámicas sólo son un medio para facilitar la participación. En ningún caso es un fin. Las dinámicas tienen que servir para que las personas (no el formador) pongan sobre la mesa lo que les funciona y lo que no y al final de la formación puedan adquirir un compromiso.
El compromiso
Como ya teníamos puesto en nuestro primer paso el objetivo, hemos compartido lo que nos funciona y lo que no, llega la última parte. Después de esta formación, ¿cuál es mi compromiso? ¿qué voy a poner en práctica de forma concreta?
Si de la formación salen 5 ó 10 cosas prácticas, seguramente los participantes no pongan en marcha ninguna. ¿Se puede comprometer cada participante con 1 ó 2 cosas para poner en práctica a partir del día siguiente? ¿Lo puedo poner por escrito en un sitio que lo vea todos los días?
Mucho mejor ¿es posible destinar una parte del presupuesto al seguimiento de las personas? ¿A hacer un coaching para que den ese «pasito más» que marca la diferencia. La mayoría de las veces, lo único que falta es la compañía para dar esa seguridad, superar miedos e incorporarlo a nuestro día.
A todo se aprende haciendo. La teoría no vale para nada.
Pasa a la acción
Para que las formaciones sean realmente aprendizajes y haya un antes y un después de la misma sigue estos pasos:
- Define un objetivo concreto: escribe tu carta a los Reyes Magos y pregúntate qué te gustaría de forma concreta que sucediese después de la formación. Si no lo tienes claro, la formación no servirá para nada. No tendrá «foco».
- Experimentar: los participantes se lo tienen que pasar bien por lo que hacen ellos, por lo que participan. Todos nos acordamos de lo que hemos hecho o dicho en las formaciones. Muy pocas veces de lo que nos han dicho.
- Compromiso: plantear un compromiso de las personas que asisten para que apliquen una o dos cosas a su día a día. Si se puede acompañar de una labor de coaching, mucho mejor.
>> Si quieres una formación práctica para mejorar resultados en ventas, te puedo ayudar. Consulta aquí más a fondo mi metodología en las formaciones “Enamora a tu cliente”.
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Justo ayer te conocía a través del podcast de Learning Legendario. Y, casualidad, que justo ayer escribía un artículo sobre el aprendizaje en adultos (https://blog.raulhernandezgonzalez.com/2018/01/andragogia-claves-aprendizaje-adultos/), reflexionando sobre cómo muchas veces se pasan por encima cuestiones obvias cuando se plantea la formación.
Para mí el problema principal del aprendizaje en la empresa es que es más «push» que «pull». Que alguien («los listos») decide que «te voy a dar formación» tanto si lo quieres como si no. Los adultos (y en gran medida los niños también) necesitamos «querer aprender», necesitamos tener «voz y voto» en el proceso de aprendizaje, necesitamos que se reconozca nuestra valía, necesitamos que la formación nos resuelva problemas concretos, necesitamos construir sobre nuestras experiencias previas… y cualquier esfuerzo de formación en la empresa debería tener en cuenta todas esas cosas.
Raúl estoy totalmente de acuerdo con tu análisis.
En la era de personalizar la atención del cliente, nos olvidamos que nuestra necesidades formativas y forma de aprender son distintas.
Solo haciendo aprendemos. Y tenemos que estar motivados.
Menos customer experience y más employee satisfaction.
Muchísimas gracias por tu comentario Raúl
Totalmente de acuerdo, David.
Buen artículo.
Me alegro mucho Pedro
Muchas gracias por comentar Pedro
Buenos días, me gustaría suscribirme a su blog. Muchas gracias!
Buenas Francisco
Ahora está activa para temas de Linkeidn
Te dejo el enlace:
Informacionparalaaccion.com/listacorreo
Desde luego que prima adquirir nuevas aptitudes y habilidades curriculum. Tanto aprenderlas trabajando en la empresa, como a través de formación online, lo importante es actualizarnos constantemente
Completamente de acuerdo Darío. Actualizarse siempre.
Mil gracias por tu comentario.
100% de acuerdo Darío