FELIZ Y RENTABLE

Sólo  quería comprar  en la pollería hamburguesas y croquetas. Pues no tenían ninguna de las dos cosas. Y, sin embargo, salí plenamente satisfecho. ¿Sabéis lo que pasó?

La dependiente me preguntó si podía esperar o no. Le dije que no podía esperar y que iría a mirar a otra tienda de su marca para ver si les quedaban.  (Las croquetas aunque son industriales, mantienen un toque artesanal y merecen mucho la pena). Me dijo que esperase un momento. Telefonéo a la otra tienda para asegurarme que no me diese otro viaje en balde, confirmó que había de todo, me reservó el producto, dio  mi descripción física y cuando llegué a la otra tienda  ya tenía todo preparado para nada más pagar.

Por mi trabajo de formación específica para equipos comerciales, realizo visitas como cliente misterioso. Tratándose de la misma empresa, con el mismo producto y la misma comunicación no siempre salgo con la misma sensación. Os resumo las tres sensaciones que tengo:

Recomendaría a todo el mundo ese sitio  sin ninguna duda. Además, si veo fuera de la tienda la persona que me atendió me tomaría unas cañas. Me ha preguntado lo que necesito, me ha hecho sentir confortable, ha generado confianza, me ha respetado y ha valorado mis objeciones.

No hablaría de esa tienda ni para bien ni para mal (ni fu ni fa). Un sitio correcto, pero he sentido nada especial. La persona que me ha atendido la  saludaría educadamente si le veo fuera de tienda. Se nota que se sabe el “manual” al dedillo y que cumple con lo que la empresa le pide pero no me transmite nada especial. Le falta pasión y gusto por lo que hace. Se nota que sólo  es trabajo porque no lo está disfrutando.

Recomendaría a todo el mundo no ir a esa tienda. Preferiría no encontrarme  fuera de la tienda con la persona que me atendió  porque no me trae buenos recuerdos. La experiencia en tienda ha sido un desastre. No pone cuidado en lo que hace, está más preocupado por su bienestar y por trabajar menos que por atenderme.

¿Cuál es la diferencia entre las dos situaciones? Una persona feliz, otra que cumple y otra que está a disgusto.

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La felicidad en el trabajo no tiene que ver con tener un buen ambiente de trabajo y quedar como amigos fuera del horario laboral. Puede haber un buenísimo ambiente laboral, pero el trabajo no sale. Es más, algunas personas dirán que exigir a las personas responsabilidades irá en contra del buen clima. Existe cordialidad en el trabajo,  pero sin gente feliz por lo que está haciendo y sin resultados para la empresa. Es como cuando hacemos un “lavado de cara” a un piso por no meternos en reformas importantes. Si estás de paso,  la fachada puede colar. Pero si vas a pasar tiempo  en el piso se ve que fallan los fundamentos y que todo es superficial.

Felicidad en el trabajo es que cada persona se sienta a gusto e identificado con lo que hace. Son muchas las frases motivacionales que circulan por la red, en especial me gusta esta de Confucio: “Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”

como-elijoA lo mejor me puede gustar un trabajo externamente, pero cuando me pongo a ello me desagrada profundamente y no sé el porqué. Nos falta pararnos a pensar para poder coger impulso.

Lanzo una pregunta muy sencilla:

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¿Cuántos de vosotros os habéis parado a pensar cuáles son los principios que dirigen vuestra vida? No estoy diciendo los principios de terceros, los que dicta la sociedad, la familia o los amigos. Me refiero a vuestros propios principios.

Os voy a volver a hacer la pregunta con alguna pista más. ¿Qué cosas estabais haciendo cuando más felices os habéis sentido? O por contraposición ¿qué cosas pasan cuando estáis enfadados profundamente?

La respuesta a esas preguntas es la esencia que llevamos dentro. Está en nuestro interior e identificarlos y ponerles nombre nos ayuda a dirigir nuestra vida con felicidad y a saber a qué cosas decir sí y no.

Comparto con vosotros mis reflexiones personales:

“Soy un culo inquieto.  Emprendedor por naturaleza. Me gustan los retos,  la variedad, experimentar. Hacer sencillo lo que parece complejo.

Soy una persona constante . Quiero dejar huella en la vida.  Poner en marcha a los demás compartiendo mi experiencia técnica y humana para que puedan alcanzar sus metas. Me gusta que las cosas sucedan,  planificando y mejorando el día a día.

Me atraen las personas que me hacen pensar porque piensan distinto,  que comparten lo que viven, que no les importa equivocarse porque valoran más intentarlo. Creo en las personas que fomentan los valores del respeto y la superación. “

Estas reflexiones son mi brújula en la vida y en el trabajo. Y sólo son válidas para mí.  Cada personas tiene que buscar los suyos.

Recuerdo un cliente hace algo más de dos años que acepté  por dinero. Me trajo insatisfacción no sólo a mí, sino también al cliente. Traicionaba mis valores personales de respeto, superación y sencillez.  Desde que tengo claro mis valores lucho por cumplirlos y ser feliz en mi día a día e intentaré ser coherente.

Este mes de mayo inicio un nuevo reto, esta vez acompañado por Beatriz G Barbeito. Ponemos en marcha  un programa de formación para empresas que empezamos a probar esta semana:

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El objetivo es dar un tiempo a las personas y empresas para jugar, experimentar y probar cuáles es la cultura de la empresa y cuáles son los valores que ponen en marcha a cada persona tanto en la vida como en el trabajo.

A partir de ahí, buscar cómo las personas y organizaciones pueden alinear los valores personales con la cultura empresarial a través de acciones concretas. El objetivo es muy claro: generar energía (felicidad para las personas) a través de su trabajo que se traduzca en mayor rentabilidad para la empresa. Y además, los resultados los vamos a medir. 

Me encantaría escuchar vuestros comentarios sobre este nuevo reto. ¿Qué os ha parecido? ¿Cuáles creéis que son los mayores retos de este proyecto? ¿Cómo pensáis que se mide la felicidad rentable del trabajo?

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David Díaz Robisco ayuda a gerentes que quieren controlar e impulsar su empresa a través de la creación de información relevante que alinea al equipo con el mercado y reduce los riesgos en la toma de decisiones.

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“La suerte no existe eres tu quien la trae” 
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