TE QUEDAS CORTO SI SÓLO DAS LAS GRACIAS
Si cuando algo te agrada lo único que dices es “Gracias”, ten por seguro que lo único que obtendrás es un “De nada”. Hemos sido educados para dar respuestas formales, automáticas y socialmente bien vistas. Lo que están consiguiendo es atrofiar nuestros sentimientos para tener relaciones correctas y planas, pero no intensas.
Seguro que alguna vez te ha pasado que después de haber hecho un gran esfuerzo junto con tu equipo tanto en horas, como en recursos, has conseguido atender a esas necesidades de vida o muerte que tenía tu cliente y que suele coincidir con adelantar los plazos o aumentar las cantidades.
¿Qué contestación recibiste de tu cliente? Seguro que a ninguno de nosotros le gusta recibir un miserable “gracias”. Bueno, a veces es mejor eso que nada. A mí me gusta que mi cliente me diga que le he sorprendido agradablemente, que le he salvado de una buena, que está muy contento con el resultado o que es consciente del esfuerzo que hemos hecho y que lo valora. Y me gusta que esa valoración se traduzca en el día a día en un hoy por ti, mañana por mí.
¿Haces tú lo mismo con tu equipo de trabajo cuando le acortas los plazos? No hay nada más frustrante que hacer un esfuerzo extraordinario para terminar un trabajo urgentísimo y de vital importancia, que termina en la mesa de una persona que en ocasiones tarda varios días en leérselo y que a veces, lo más que dice son gracias. Y eso, después de varios días o semanas.
Mis recomendaciones a la hora de dar las gracias son:
- Sé específico en por qué das las gracias, añade a las gracias el motivo por el que la das. Por ejemplo puedes decir que: valoras mucho el tiempo que se ha metido quitándolo de otras cosas; has resuelto muy bien el problema, mi enhorabuena; está todo muy completo y me han gustado mucho las conclusiones porque hay cosas que yo no las había tenido en cuenta. Sobre este tema ya escribí en mi artículo link “Deja que ya lo hago yo”
- Describe tus sentimientos. Es fácil dar un simple gracias, pero es más complicado decirle a la otra persona cómo te has sentido de verdad: estoy orgulloso de tu trabajo; es una suerte contar contigo en el equipo; me haces la vida más fácil en el trabajo; me has aportado mucho.
- No dejes pasar el tiempo, agradece los esfuerzos de forma inmediata. No esperes a la revisión semestral o anual para agradecer los esfuerzos. Uno de los primeros trabajos que tuve fue una beca de formación. Mi tutor sólo me reconoció el buen trabajo realizado cuando acabé la beca, no sólo con sus palabras sino con una prima especial de dinero. Si lo hubiese hecho a lo largo de la beca, estoy seguro que hubiese trabajado con más confianza y menos presión. A lo mejor por eso no lo hizo hasta el final, para que no me relajase. Creo que los tiempos han cambiado, y hay que apoyar al equipo.
- Reconoce el esfuerzo tanto en público como en privado. Sin mucha parafernalia de palabras vacías, pero sí describiendo los hechos conseguidos. A todos nos gusta si se nos cita brevemente diciendo “Esta es la persona que consiguió atraer a nuevos clientes o incrementar la facturación o conseguir nuevos acuerdos”.
Y, ¿si se ha fracasado en el intento a pesar de todos los esfuerzos? Mayor motivo para agradecer los esfuerzos a pesar de los resultados y hablar con el equipo para formarle en lo que necesite, analizar las causas y poner los medios para conseguirlo la siguiente vez. Se puede intentar conseguirlo otra vez, pero no fallar en lo mismo. Yo siempre digo lo mismo cuando las cosas no van bien:
La próxima vez que des las gracias, no seas rácano. Tu equipo lo agradecerá.
David Díaz Robisco ayuda a gerentes que quieren controlar e impulsar su empresa a través de la creación de información relevante que alinea al equipo con el mercado y reduce los riesgos en la toma de decisiones.
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